Cuando tienes dolor y te dicen que tienes una o más hernias discales, elegir entre tratamientos quirúrgicos y conservadores suele ser un dilema. La idea gira en torno a comprender la propia naturaleza del problema: qué es exactamente esta dolencia que altera la vida de quienes la padecen. Ser preciso en el diagnóstico permite diferenciar entre los distintos síntomas y apreciar las posibles soluciones sin cirugía, como la fisioterapia que, para muchos pacientes, resulta un tratamiento eficaz. Sin embargo, algunos casos requieren intervención quirúrgica tras una evaluación detallada por profesionales médicos.
Cada disco intervertebral está compuesto por dos elementos: el núcleo pulposo y un anillo fibroso que lo rodea. Las repetidas presiones u otros factores causales asociados, pueden ocasionar que el anillo sufra cierto desgaste, produciéndose una alteración en el núcleo.
La hernia discal aparecería cuando ese desgaste supone la rotura del anillo y, por tanto, la migración del núcleo, generando compresión en las estructuras adyacentes: la médula, si es una hernia central, o la raíz nerviosa que se encuentra a ambos lados de la vértebra, si lo es radicular.
Una hernia discal puede ser una fuente de dolor incapacitante, afectando sobre todo a individuos en plena etapa productiva de sus vidas. Pero también puede mantenerse como asintomática durante toda la vida. De hecho, en los estudios realizados en los últimos años se muestran las siguientes estadísticas:
Porcentajes de hernias discales asintomáticas por edades:
La fisioterapia emerge como un pilar fundamental en el abordaje conservador del dolor de espalda; su utilidad radica no solo en aliviar síntomas sino también en propiciar la recuperación funcional del paciente, buscando y tratando las posibles causas del dolor. Tratamientos específicos como ejercicios terapéuticos y técnicas de terapia manual (Osteopatía, Cadenas Musculares, Método Pold de terapia vertebral,...), así como nuevas terapias como la Neuromodulación Percutánea o la Electrolisis Percutánea Intratisular EPI®, han mostrado una alta efectividad para mitigar dolores severos relacionados con las hernias discales.
Sin embargo, cabe destacar que métodos de fisioterapia tan frecuentes desde hace décadas, tales como la electroterapia TENS, carecen hasta ahora de evidencia concluyente respecto a su efectividad en el manejo del dolor propio de estas lesiones.
Ante tal panorama clínico, es fundamental realizar una valoración individualizada por profesionales competentes antes de decidirse por tratamientos quirúrgicos o mantenerse bajo cuidados conservadores. El análisis de los últimos 30 años de investigaciones y ensayos clínicos sugiere que el tratamiento conservador de las hernias discales puede proporcionar un alivio significativo del dolor y la discapacidad en un porcentaje considerable de la población (entre el 65% y el 80%). Sin embargo, el alcance y la duración de este alivio varían, y los resultados dependen de múltiples factores, como la gravedad de la hernia discal, la ubicación del dolor, el cumplimiento del tratamiento y de las pautas de prevención, así como la respuesta individual al tratamiento.
Es preciso conocer también que alrededor de un 66% de las hernias discales pueden reabsorberse de manera espontánea, cuando hace años se pensaba que las hernias no podían desaparecer y siempre acababan empeorando, algo muy lejos de la realidad como está demostrado en la actualidad.
Otro hecho que frecuentemente pasa por alto, es la relación del tamaño del canal medular respecto al tamaño de la hernia discal: Un canal medular más amplio puede tolerar una hernia discal más grande sin causar síntomas, ya que hay suficiente espacio para las estructuras nerviosas. Por el contrario, un canal medular estrecho puede no tener suficiente espacio incluso para una hernia discal pequeña (estenosis), lo que resulta en compresión nerviosa y síntomas.
A continuación exploraremos los síntomas comunes de una hernia discal, el proceso de diagnóstico diferencial y por qué una imagen (radiografía, resonancia magnética, etc.) es solo una parte del panorama completo.
Una hernia discal puede manifestarse de diversas formas, y los síntomas varían según la ubicación y el tamaño de la hernia, así como de otros factores individuales. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
Síntomas menos conocidos pero importantes:
Es crucial distinguir una hernia discal de otras posibles causas de dolor de espalda, ya que existen diversas condiciones que pueden compartir síntomas similares. El diagnóstico diferencial implica descartar otras patologías como:
Las pruebas de imagen, como radiografías, resonancias magnéticas (RMN) o tomografías computarizadas (TAC), son herramientas valiosas para visualizar la columna vertebral y detectar posibles hernias discales. Sin embargo, es fundamental recordar que una imagen por sí sola no es suficiente para establecer un diagnóstico definitivo.
Las pruebas de imagen son como fotografías de tu columna: muestran una parte de la historia, pero no la historia completa.
La interpretación de las imágenes debe ir siempre acompañada de una historia clínica detallada del paciente, que incluya sus síntomas, su evolución y cualquier otro factor relevante. Además, una exploración física completa y una valoración neurológica precisa son esenciales para evaluar la función y detectar posibles signos de compresión.
¿Por qué es esto tan importante?
Existen casos en los que las imágenes muestran hernias discales u otras anomalías, pero el paciente no experimenta ningún síntoma o esos síntomas no se correlacionan con lo que se observa en la imagen. Por lo tanto, un diagnóstico certero requiere integrar la información de la imagen con los hallazgos clínicos y la historia del paciente.
La cirugía de hernia discal lumbar se contempla cuando el tratamiento conservador no ha dado resultado. Generalmente, la sintomatología mejora sin intervención quirúrgica en un alto porcentaje de casos; hasta en un 87% de casos.
La mayoría de pacientes mejoran espontáneamente tras las primeras semanas o meses. Sin embargo, en algunos casos los síntomas persisten o progresan después de 6 a 12 semanas de tratamiento conservador. Estos casos deben ser derivados a un cirujano para que valore la indicación de cirugía.
La cirugía avanza a una velocidad sorprendente y las técnicas actuales son mucho menos invasivas que hace unos años, lo cual ofrece también mejores resultados cuando es necesario intervenir. La técnica quirúrgica dependerá de cada caso, de la afectación específica y de la decisión del cirujano.
Hay dos factores que pueden ser indicativos de una operación urgente: pérdida de control del esfínter anal o vesical y déficit neurológico progresivo, es decir, cuando cada vez estás perdiendo de forma más rápida fuerza y sensibilidad en alguna extremidad y el tratamiento conservador que has intentado, no está dando ningún resultado.
Los estudios revelan que solo alrededor del 10-20% de los casos requieren finalmente cirugía tras intentos conservadores fallidos. La selección adecuada del paciente resulta clave para garantizar resultados exitosos y este proceso debe basarse en evidencia clínica sólida y criterios claros definidos por especialistas experimentados en columna vertebral.
Hay que tener presente también los riesgos implícitos de cualquier cirugía, así como saber que la cirugía no es garantía de solucionar los síntomas ni de evitar recaídas o la necesidad de volver a intervenir.
La hospitalización postquirúrgica suele ser de 1 a 3 días. La fisioterapia y correcta programación de ejercicios terapéuticos de manera individualizada, serán fundamentales para una correcta evolución y prevención.
La Fisioterapia puede favorecer la mejoría o desaparición de los síntomas, así como la reabsorción de las hernias discales a través de varios mecanismos fisiológicos y biomecánicos.
La aplicación, tras una completa valoración del paciente y un correcto razonamiento clínico, de diferentes técnicas o métodos terapéuticos como la terapia manual (Osteopatía, Cadenas Musculares, Método Pold de terapia vertebral,...), fisioterapia invasiva (Electroneuroacupuntura, Neuromodulación Percutánea o la Electrolisis Percutánea Intratisular EPI®) y sobre todo el ejercicio terapéutico (con un papel esencial para mantener esa mejoría y prevenir futuras recaídas), permiten obtener resultados muy favorables en la mayoría de los casos.
Estos serían algunos mecanismos implicados en la mejoría de las hernias discales con Fisioterapia:
En conclusión, la elección entre tratamiento quirúrgico o conservador no debe tomarse a la ligera. Cada caso es único y precisa de un análisis detenido de los síntomas, estilos de vida y resultados esperados. En mi amplia experiencia profesional, siempre recomiendp buscar primero terapias menos invasivas como fisioterapia o ejercicio terapéutico. Ante situaciones donde el dolor persiste o se agrava, llega el momento de considerar opciones más invasivas con ayuda profesional médica para trazar un camino efectivo hacia la recuperación y mejora en calidad de vida.
Es clave valorar cada caso individualmente con especialistas para asegurar una decisión informada que favorezca al bienestar del paciente a largo plazo, siempre intentando cuidar la salud vertebral mediante un abordaje personalizado.
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Eduardo (miércoles, 12 febrero 2025 04:02)
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