La fascitis plantar es una de las afecciones más comunes que afectan a los pies, especialmente entre los
deportistas y personas con un estilo de vida activo. Sin embargo, no se limita exclusivamente a estos grupos, ya que diversos factores pueden contribuir a su aparición.
Esta condición puede ser extremadamente molesta y debilitante, pero con el tratamiento adecuado, la mayoría de las personas pueden encontrar alivio y volver a
disfrutar de una vida activa.
En este artículo, exploraremos las principales causas de la fascitis plantar y los síntomas más comunes, para que puedas estar mejor informado y tomar las medidas
necesarias para prevenir o abordar esta problemática.
La fascitis plantar se produce cuando la fascia plantar, una banda gruesa de tejido conectivo que se
extiende desde el talón hasta los dedos de los pies, se inflama y se irrita. Esto puede ser el resultado muchos factores de riesgo, que se pueden combinar entre ellos y entre los que se
encuentran:
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Sobrecarga y estrés
excesivo: Actividades que implican mucho impacto, como correr, saltar o estar de pie durante largos períodos, cuando no se está entrenado o acostumbrado a esa actividad, pueden
sobrecargar y tensar la fascia plantar, provocando irritación y dolor.
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Aumento repentino de la
actividad física: Si aumentas bruscamente tu nivel de actividad, sin dar tiempo a que la musculatura de tus pies se adapte, puedes desarrollar fascitis plantar.
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Problemas biomecánicos:
Alteraciones en la estructura o en el funcionamiento de los pies, pueden llevar a sobrecargas si carecen de un buen equilibrio entre flexibilidad y fuerza, alterando la distribución del peso
y la presión sobre la fascia plantar. También puede ser debido a rigideces articulares, o desequilibrios de la musculatura de las extremidades inferiores o incluso lumbopélvicos. Hay que
recalcar que el simple hecho de tener un pie plano o cavo no justifica la aparición de las fascitis (se tienen que combinar otros factores).
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Calzado inadecuado: un
calzado defectuoso o excesivamente plano sin periodo de adaptación, o que no ofrece el soporte necesario para el arco del pie, puede ser un factor desencadenante. Será algo a valorar de
manera personalizada.
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Dorsiflexión limitada del
tobillo por musculatura de los gemelos y/o sóleo corto: La limitación en la movilidad del tobillo puede aumentar la tensión en la fascia plantar durante la marcha o la
carrera.
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Sobrepeso: El exceso de
peso corporal puede aumentar la presión y el estrés sobre los pies, lo que puede contribuir a la inflamación de la fascia plantar.
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Metabólica: consecuencia de enfermedades reumáticas, gota, diabetes o hipotiroidismo entre otras.
Los síntomas de la fascitis plantar pueden variar mucho en intensidad, pero generalmente
incluyen:
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Dolor intenso o punzante en el
talón o en el arco plantar: este es el síntoma más característico, que suele ser más intenso durante los primeros pasos después de despertarse o tras períodos prolongados de
inactividad.
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Dolor que disminuye con el
movimiento: aunque el dolor puede ser agudo al inicio del movimiento, tiende a disminuir después de caminar un poco, ya que el movimiento ayuda a relajar la fascia plantar y mejorar
su vascularización.
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Rigidez y dolor en el arco del
pie, que empeora con la actividad física, sobre todo si hay impacto repetitivo. En los casos más crónicos, el dolor puede empeorar incluso por caminar cortos periodos de tiempo,
dificultando las actividades diarias.
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Dolor después de estar de pie
por períodos largos.
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Sensibilidad al tacto en la zona
del talón. Puede ser un signo a destacar para un buen diagnóstico diferencial frente a una posible Neuropatía de Baxter, que con frecuencia pasa desapercibida, aplicando tratamientos
erróneos por un mal diagnóstico inicial.
ALGUNAS RECOMENDACIONES SI EMPIEZAS A SENTIR DOLOR EN LA PLANTA DEL PIE O EN EL
TALÓN:
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Evitar el uso de zapatos planos y rígidos: Optar por calzado con soporte adecuado para el arco y algo de elevación en el talón.
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Las taloneras de silicona o las plantillas personalizadas, pueden ser útiles, pero a veces no están tratando la causa y solo nos darán alivio temporal. Es
recomendable consultar con un profesional para valorar la necesidad de un estudio de la pisada con un podólogo.
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Disminución de las actividades físicas que puedan suponer aumentar el riesgo de sobrecarga: Modificar el régimen de entrenamiento o las actividades diarias para
reducir la presión sobre la fascia plantar.
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Ejercicios de estiramiento o miofasciales de fascia plantar y tríceps sural: Estos ejercicios pueden ayudar a mejorar la flexibilidad y reducir la tensión en la
fascia plantar y el tendón de Aquiles
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Ejercicios para la musculatura intrínseca del pie: Fortalecer los músculos del pie ha demostrado ser una de las estrategias más importantes para mejorar la
calidad del tejido de las fascia, mejorar el soporte para el arco y reducir la carga sobre la fascia plantar.
La fascitis plantar se puede mejorar y solucionar con un enfoque correcto hacia su tratamiento y
prevención. Uno de los puntos más importante, es tratarla a tiempo, no esperar a que empeore y se complique mucho su
evolución.
Si experimentas alguno de estos síntomas, es importante que consultes con un fisioterapeuta especializado lo antes posible, para que te pueda realizar una
evaluación exhaustiva, determinar la causa subyacente y recomendarte un plan de tratamiento personalizado para aliviar el dolor y prevenir futuras recaídas.
La clave está en identificar los factores de riesgo individuales y adoptar un enfoque proactivo para mitigarlos, combinando terapias especializadas de fisioterapia
como la Electrolisis Percutánea Intratisular, neuromodulación, osteopatía, ejercicios terapéuticos,... Con paciencia y dedicación, es posible superar el dolor y volver a disfrutar de un estilo de
vida activo.
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